De un artículo escrito por Jay Sekulow y Brett Joshpe
Ninguna nación se enfrenta a serios inevitables desafíos en el próximo año como Israel, a partir de la situación nuclear iraní que se dirige hacia un enfrentamiento y de las muchas presiones que la administración de Obama ha ejercido sobre los asuntos que van desde los asentamientos a la circulación de bienes en Gaza.
Personal militar de Israel y funcionarios también han sido bombardeados en los últimos meses por las acusaciones de conducta criminal - especialmente por las Naciones Unidas y el Consejo de Derechos Humanos que se fundamenta en el Reporte Goldstone, un informe que es indicativo de la doble moral que gran parte de la comunidad internacional tiene hacia Israel.
Recientemente hemos presentado ante la ONU una respuesta integral al Informe Goldstone, que, contiene un duro ataque contra Israel y sus soldados acusados de cometer crímenes de guerra durante la operación Cast Lead en Gaza el año pasado.
El informe fue aprobado por la CDH y aprobado por la Asamblea General, y se encuentra actualmente ante el Consejo de Seguridad, que finalmente va a votar sobre la conveniencia de recurrir a la Corte Penal Internacional.
El informe de la ONU desafía abiertamente parámetros de objetividad y creíbles misiones de investigación de las Naciones Unidas y de la International Bar Association por medio de informes parciales, contexto inadecuado, y reclamaciones escandalosas y especulativas sobre los israelíes, incluyendo que ellos se dedican al terrorismo - algo que el informe no se atrevió a alegar en contra de Hamas.
También ignora el hecho de que Israel aumentó drásticamente la ayuda humanitaria a Gaza, que había emitido millones de advertencias a los ciudadanos durante la operación Cast Lead, y que Israel ha abierto cerca de 150 investigaciones, 36 de las cuales son investigaciones penales.
La Misión de Goldstone es la culminación de una serie de ataques coordinados contra Israel legal - a menudo denominados "lawfare" - que son orquestados por organizaciones internacionales, organizaciones de izquierda como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, a veces incluso relacionados con grupos terrorístas como Hamas, que recientemente formó un comité para comenzar a trabajar directamente con abogados europeos.
Estos así llamados activistas de derechos humanos están impulsados por una convicción ideológica post-colonial que arguye que Estados Unidos e Israel son sociedades opresivas y que la dinámica de poder justificar el uso de tácticas jurídicas dudosas para librar un nuevo tipo de guerra.
Su estrategia legal asimétrica es para la ley, lo qué el terrorismo es para la guerra: sin principios, sin restricciones y poco ética. Al igual que con los terroristas, no hay negociaciones a ser mantenidas, ni hechos que pudieran hacer elevar nuestro prestigio moral en sus ojos.
Estas maniobras legales son cada vez más comunes y especialmente críticas para las sociedades libres. En enero pasado, la Autoridad Palestina trató de reconocer y adherirse a la jurisdicción de la CPI - a pesar de que no cumplen su condición legal de la estatalidad para hacerlo - en un intento por procesar los israelíes internacionalmente.
El Fiscal de la CPI se ha negado hasta ahora a descartarlo, y el Informe de Goldstone lo alienta a seguir adelante. Una denuncia también fue presentada recientemente en la Corte Penal Internacional contra los funcionarios de Bush por crímenes de guerra.
Las mismas personas que llaman a israelíes y estadounidenses criminales de guerra, parecen indiferentes ante la barbarie y matones totalitarios en lugares como Sudán, Corea del Norte, Somalia y Gaza, por nombrar sólo algunos. Más que centrarse en tales áreas o condenar a los que rutinariamente buscan aterrorizar a Israel, los agitadores cultivan la ficción de que Israel y los EE.UU. son los problemas que atormentan al mundo.
No hay buenas intenciones en este nuevo frente de batalla - sólo los intentos de debilitar dos de las sociedades más libres del mundo a cualquier costo.
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