15 Febrero, 2014
Traducido por Luis J. Leaño
Fue a las cinco y media de la mañana del lunes, en febrero de 2003, cuando los primeros hombres llegaron. Corrieron hacia el centro de la aldea con machetes, lanzas y fusiles. Algunos invadieron las casas y dispararon a los residentes mientras dormían; a otros les acertaron machetasos; otro grupo incendió las chosas y quemó las familias vivas.
Conforme pasaba el tiempo, los comandantes del grupo pusieron unas sillas bajo los árboles de mango cerca de la aldea y comenzaron a beber cerveza. Al final de la tarde, los cadáveres de alrededor 200 personas fueron esparcidos en el suelo, y los comandantes estaban borrachos.