"Cualquier recurso a la guerra, a cualquier tipo de guerra, es un recurso a medios que son inherentemente criminales. Guerra, inevitablemente, es un curso de asesinatos, asaltos, privaciones de la libertad, destrucción de la propiedad.

"


Robert Jackson

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domingo, 4 de octubre de 2015

Una mirada a la crisis de violaciones en el Congo

El juicio internacional contra un señor de la guerra congoleño, está arrojando una nueva luz sobre la manera como se utiliza la violación como estrategia de combate en el este de Congo rico en minerales.

También se ofrece una nueva esperanza para las víctimas.

POR MORGAN WINSOR
15 de septiembre 2015

Traducido por Luis Leaño.

El médico congoleño Alain Mukwege ha sido testigo de las terribles heridas que provoca la violencia sexual, mientras trabajaba en el Hospital Panzi de su padre, de renombre mundial, situado en Bukavu, donde unas 40.000 víctimas de violación en la República Democrática del Congo han sido tratadas desde 1999. Pero hubo un paciente en particular, un adolescente llamada Julie, de quien dijo, nunca olvidaría. Cuando los rebeldes atacaron la aldea de Julie en el este del Congo, fue despojada de su ropa, atada a un árbol y abusada sexualmente. Meses después los rebeldes volvieron y la violaron con un arma. Insertaron el cañón de metal entre sus piernas y apretaron el gatillo.


"Se ha hecho claro que la violación es realmente un arma."

"Le dispararon y luego la dieron por muerta", dijo Mukwege, que se graduó de la escuela de medicina en la Universidad Evangélique en Afrique en Bukavu, en 2010.

Julie fue una de los cientos de miles de mujeres que han sido violadas brutalmente en las últimas dos décadas en la región rica en minerales del este del Congo por soldados del ejército,rebeldes respaldados por extranjeros y milicias locales que luchan por el poder y el control sobre algunos de los depósitos más grandes del mundo de oro , cobre, diamantes y estaño. Los responsables rara vez son castigados y el gobierno congoleño parece carecer de la voluntad política y la fuerza para detenerlos. Pero el juicio contra un señor de la guerra congoleño está ofreciendo una nueva esperanza para algunas de las víctimas y sus defensores. El primer testigo compareció el martes en el juicio del ex líder rebelde Bosco Ntaganda, quien ha sido acusado por el Tribunal Penal Internacional de La Haya por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, incluido el asesinato, la violación, el pillaje y la persecución.

El juicio está arrojando luz sobre el largo sufrimiento de decenas de mujeres y niñas en el país de África central, que ha sido descrito como la capital mundial de la violación, según algunos líderes de derechos humanos. "Espero que este sea el primero de muchos", dijo Mukwege durante una entrevista telefónica. "Algunos de estos líderes rebeldes creen que están por encima de la justicia y son intocables. Pero si alguien cómo Bosco Ntaganda enfrenta un juicio, se enviará un fuerte mensaje. Tienen que saber que la justicia llegará algún día ".

La violación es realmente un arma.

La violencia sexual se utiliza normalmente para humillar e intimidar a la víctima. Pero en el este del Congo se ha utilizado como estrategia de combate para promover avances políticos y militares. Todas las partes del conflicto han sido acusadas ​​de atacar a las comunidades en las proximidades de las minas y de otros recursos. La violación se utiliza como instrumento de terror, a menudo dirigida contra las mujeres para romper la estructura de la familia y tener acceso a los recursos cercanos.

"Las mujeres son las que mantienen estas comunidades unidas. Ellas se encargan de los niños, preparan la comida, mantienen todo unido", dijo Holly Dranginis, analista de políticas en el Proyecto Enough, una organización sin fines de lucro en Washington DC que tiene como objetivo acabar con el genocidio y los crímenes contra la humanidad. "Atacarlos es realmente atacarlos a todos."

Niñas y mujeres, desde la infancia a la adultez, a menudo son violadas y ultrajadas con palos, armas u otros objetos. Sus familiares a veces se ven obligados a participar en la violencia sexual. Entonces los hombres suelen ser asesinados y los niños son esclavizados o secuestrados para incorporarlos a filas como niños soldados. El pueblo queda devastado, las familias son desplazadas y las mujeres maltratadas son abandonadas, a menudo con los genitales mutilados, en medio de embarazos no deseados o con enfermedades de transmisión sexual.

"Es increíblemente eficaz", dijo Dranginis, quien divide su tiempo entre Washington y la República Democrática del Congo. "Se ha hecho claro que la violación es realmente un arma."

Guerra financiada por el oro, marcada por la violación

Desde que los rebeldes tutsis en Ruanda derrocaron el régimen hutu, culminando con el genocidio ruandés de 1994, se calcula que más de 2 millones de hutus han huido del pequeño país sin litoral al vecino Congo, por el temor de represalias por parte del nuevo gobierno liderado por los tutsis. Entre ellos hubo muchos milicianos que rápidamente se aliaron con el entonces presidente congoleño Joseph Mobutu, simpatizante con el régimen genocida hutu de Ruanda, y comenzaron a atacar a la población tutsi en el este de Congo, cerca de la frontera con Ruanda. Mientras tanto, el gobierno tutsi de Ruanda respalda grupos armados rivales para combatir tanto a las milicias hutu como al ejército congoleño.

Las milicias tutsis y sus aliados respaldados por Uganda, finalmente derrotaron al gobierno de Mobutu en 1997 e instalaron a Laurent Kabila como presidente del Congo, pero no lograron expulsar los ejércitos hutus. Para agosto de 1998, la República Democrática del Congo, un país del tamaño de Europa occidental, con fronteras permeables y ricos yacimientos minerales, se había sumido en el conflicto más mortífero desde la Segunda Guerra Mundial y había sido absorbido en los ejércitos de al menos cinco países vecinos. Según la BBC, la Segunda Guerra del Congo y sus consecuencias, representan la muerte de más de 5 millones de personas y de millones de desplazados.

La guerra terminó oficialmente en 2003, pero los informes de asesinatos en masa, violaciones y otros crímenes cometidos por los rebeldes y las fuerzas gubernamentales han continuado sin cesar en el este, donde gran parte de la región se mantiene bajo el control de grupos armados que han tratado de llenar un vacío de seguridad y ganar el control de las minas de oro y de otros recursos para financiar sus operaciones. Las autoridades locales parecen reacias o incapaces de reunir las pruebas necesarias para el enjuiciamiento y muchas víctimas no reportan los crímenes porque temen el estigma y la represalia.

"La crisis, en mi opinión, no ha mejorado en absoluto", dijo Dranginis durante una entrevista telefónica. "El nivel de brutalidad es tan malo o peor de lo que siempre ha sido, en términos de hasta qué punto los autores están cometiendo estos crímenes. Simplemente, parece totalmente inexplicable y muy sofocante, hablar de la incapacidad de todos para creer ".

Alain Mukwege era un adolescente cuando su padre, Denis Mukwege, inauguró el Hospital Panzi en dos casas en una granja de maíz, realizando cirugías y atendiendo partos en la ciudad oriental de Bukavu. Tras el genocidio de Ruanda, sin embargo, su padre vio un cambio en el tipo de pacientes que buscaban tratamiento en 1996. Lo que comenzó como un pequeño hospital, pronto se expandió a un centro de tratamiento especializado en violencia sexual, debido a una afluencia sin precedentes de víctimas de violación. Mukwege, ahora de 33 años, recordó haber visto bebés cuyos genitales se había mutilado en una  violación - atrocidades inauditas en el este de Congo que se han vuelto más comunes en los últimos años.

"Fueron cosas que no vimos antes. Mientras crecía, nunca oí de violaciones ", dijo. "Cuando esto sucede a un bebé que todavía tiene una vida por delante, pero se le ha quitado la oportunidad de ser madre y no sabe qué pasó con ella, es lo más difícil de imaginar."

El seguimiento del número de víctimas de violencia sexual ha sido otro de los desafíos en la República Democrática del Congo, donde la escasez de electricidad es común y los hospitales no suelen tener métodos para mantener registros electrónicos. El personal en el Hospital Panzi, que no cobra a los pacientes, a veces debe realizar cirugías en la oscuridad, en medio de los cortes de energía.

Janis Miller, a Ph.D.-level nurse practitioner and an associate professor at the University of Michigan’s School of Nursing, is helping to improve Panzi Hospital’s research capabilities and produce data. “I saw that they were being asked for numbers over and over again. That’s really difficult to do in a place that has no electronic record keeping,” Miller said during a telephone interview. “I saw the potential to be forgotten, for the women to be forgotten, for the work these dedicated people were doing to be forgotten because it could not be readily translated into reports.”

Janis Miller, enfermera profesional y profesora asociada en la Escuela de Enfermería de Michigan, está ayudando a mejorar la capacidad de investigación y producción de datos de Panzi Hospital. "Vi que se les pedía números una y otra vez. Eso es muy difícil de hacer en un lugar que no mantiene registros electrónicos ", dijo Miller en una entrevista telefónica. "Vi el potencial de olvido, de que las mujeres sean olvidadas, porque el trabajo de estas personas dedicadas cae en el olvido porque no se puede traducir fácilmente en informes."

El juicio de "Terminator"

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Tensiones subyacentes se han mantenido entre el Congo y Ruanda desde los efectos secundarios mortales del genocidio ruandés. El gobierno congoleño en repetidas ocasiones ha acusado a su vecino de apoyar grupos armados tutsis para atacar hutus en el Congo y "proteger" a los líderes rebeldes buscados por crímenes de guerra - una reclamación que Ruanda ha negado ferozmente -. Entre estos grupos está la M23, que Ntaganda formó en 2012 y que amotinó soldados del ejército congoleño. Grupos internacionales de derechos humanos dicen que combatientes del M23 de Ntaganda han cometido crímenes de guerra generalizados.

Nacido en Ruanda y criado en el Congo, Ntaganda comenzó su carrera militar junto con rebeldes tutsis que tomaron el control de Ruanda en 1994. Luego se unió a un grupo político y milicia en la República Democrática del Congo llamada Unión de Patriotas Congoleños y se convirtió en el jefe de operaciones militares bajo el mando del líder político del grupo, Thomas Lubanga, que fue condenado por crímenes de guerra en 2012.

Ntaganda, apodado "The Terminator", luchó en guerras y conflictos armados en la tierra congoleña por años, durante los cuales la Unión de combatientes congoleños patriotas bajo su mando presuntamente asesinaron, violaron y persiguieron aldeanos inocentes. Además reclutó niños soldados en la región de Ituri, noreste de Congo, cerca la frontera con Uganda en 2002 y 2003. Ntaganda era buscado por crímenes de guerra y evadió las autoridades internacionales durante siete años hasta que se rindió en la Embajada de Estados Unidos en Kigali, Ruanda, en 2014, de acuerdo con Reuters.

El juicio de la Corte Penal Internacional contra Ntaganda, que se abrió el 2 de septiembre, ha sido aclamado como un paso importante en la lucha contra la violencia sexual y la impunidad en la República Democrática del Congo. El juicio de Ntaganda podría dar lugar a la persecución de otros comandantes rebeldes de alto rango e incluso de funcionarios del gobierno que pueden haber intervenido en décadas de asesinatos en masa, violaciones y asaltos. La lucha contra la impunidad en el liderazgo militar de Congo también podría agitar el cambio político antes de las elecciones presidenciales de noviembre de 2016, en la que Kabila no es elegible, y podría anunciar primera transferencia pacífica del poder en el país, según los expertos.

"Todo lo que necesitamos son líderes responsables. Todo lo que necesitamos es la reestructuración del ejército y la policía. Todo lo que necesitamos es un sistema de justicia eficiente - no más corrupción, no más impunidad ", dijo Mukwege, actualmente un académico e investigador asociado visitante de la Universidad de Michigan, Escuela de Enfermería. "Y el país realmente puede beneficiarse de sus recursos naturales."

Los abogados de Ntaganda han tratado de retratar al notorio líder rebelde como un "soldado profesional" que intentó salvar  civiles de otras milicias durante el vacío de poder. Los abogados también argumentaron que el tribunal debe tener en cuenta el contexto político y social durante el brutal conflicto del Congo.304

Durante la audiencia ante el tribunal con sede en La Haya, Ntaganda, 42, observó impasible cómo el abogado de las víctimas describía la forma cómo niñas tan jóvenes como de 12 años fueron violadas y obligadas a servir como "esposas" de los comandantes de alto rango o a proporcionar favores sexuales a los soldados en las Unión de Patriotas Congoleños de Ntaganda, que se formó a finales de la Segunda Guerra del Congo y que fue uno de los seis grupos rebeldes que surgieron en la región rica en recursos de Ituri, durante el conflicto allí.

Sarah Pellet, una abogada que representa a 297 niños ex soldados, dijo el panel de tres jueces que una de 13 años de edad, embarazada con el hijo de un alto funcionario,  encontró un "alivio" al no tener que estar sexualmente a disposición de los combatientes cada día. "Son víctimas de violación y violencia sexual y algunos de ellos dieron a luz otras víctimas - niños que nunca conocen sus padres, y que son un recordatorio constante de los actos reprensibles infligidos a sus madres", dijo Pellet,  de acuerdo con France Press.

La capacidad congolesa de sobreponerse.

Después de violarla y dispararle, los rebeldes pensaron que Julie estaba muerta. Pero los lugareños descubrieron a Julie apenas con vida y la llevaron al Hospital Panzi, donde se le sometió a varias cirugías de incontables horas. Aunque la cirugía salvó la vida de Julie, ella no es capaz de procrear debido al trauma , ya que presenta una fístula rectovaginal que le provoca incontinencia de orina y las heces.


But Julie, now in her late 20s, still smiles and laughs each day. She owns a small business and works with other survivors of sexual violence in a recovery program in Bukavu, Mukwege said.
“When you see her, you will not believe what she’s been through because she’s probably the most energizing person you will ever meet,” he said. “You need to hear her talk about it to actually believe it. She is, as my father says, the true hero.”

Pero Julie, en sus 20s, todavía sonríe y se ríe cada día. Ella es propietaria de un pequeño negocio y trabaja con otros sobrevivientes de la violencia sexual en un programa de recuperación en Bukavu, dijo Mukwege.

"Cuando la ves, no puedes creer lo que ha pasado porque ella es probablemente la persona más energética que puedas conocer", dijo. "Hay que oírla hablar de ello para creerlo realmente. Ella es, como dice mi padre, el verdadero héroe. "

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El original del artículo anterior puede revisarse en el siguiente enlace:


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