"Cualquier recurso a la guerra, a cualquier tipo de guerra, es un recurso a medios que son inherentemente criminales. Guerra, inevitablemente, es un curso de asesinatos, asaltos, privaciones de la libertad, destrucción de la propiedad.

"


Robert Jackson

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miércoles, 10 de diciembre de 2014

Buena idea. Ahora hágala funcionar

The Economist.

Diciembre 6, 2014

Traducido por Luis J. Leano

Se espera una justa indignación, mezclada con animosidad racial, en las deliberaciones anuales de una semana de la Corte Penal Internacional (CPI), que comenzará en Nueva York el 8 de diciembre. Un creciente número de líderes africanos dicen que han perdido la fe en la corte porque todos los que actualmente están siendo juzgados, son africanos. Algunos culpan a una malvada "cábala" de las potencias occidentales. Algunos incluso han amenazado con irse.

Hasta ahora probablemente no lo harán. Pero si lo hacen se debilitará la razón de ser de la Corte, la cual es impedir la impunidad de aquellos envueltos en crímenes de guerra, genocidio y crímenes contra la humanidad. Independientemente de las acusaciones de parcialidad anti- africana, los detractores dicen que no ha valido la pena el esfuerzo de crear la corte hace 12 años, o el costo de operación de la misma. En la reunión de la próxima semana los administradores de la Corte pedirán la aprobación de un presupuesto para el 2015 por 135 millones de euros, un 11% más alto que la cifra de este año. Hasta ahora han sido condenados sólo dos villanos, ambos señores de la guerra congoleses. 

Los líderes africanos, angustiados por el genocidio de Ruanda en 1994 y el impune mal del apartheid, originalmente estaban entre los más agudos defensores de la CPI. De los 139 países que han suscrito su estatuto de fundación, 34 son africanos. Pero el apoyo de África comenzó a debilitarse en 2006, cuando la Corte puso su atención en las atrocidades de la región de Darfur y, tres años después, expidió una orden de captura contra el presidente de Sudán Omar al-Bashir, acusándolo de genocidio, entre otros crímenes. 

El caso contra Uhuru Kenyatta, presidente keniano, ha acentuado el apoyo vacilante. Kenyatta fue acusado junto con otras personas, de orquestar la violencia post electoral en 2007, que dejó al menos 1.300 personas muertas y quizá medio millón de desplazados. Su juicio, que ha llevado años de preparación, ha sido pospuesto a solicitud de la fiscal en jefe, Fatou Bensouda. El gobierno keniano ha sido acusado de falta de cooperación, permitiendo que los testigos sean sobornados e intimidados y negándose a entregar declaraciones de impuestos, informes bancarios y registros de llamadas de teléfonos celulares que podrían sustentar la tesis de que el presidente pagó a terceros para que aporrearan seguidores de un partido rival después de la elección. 

Pero el 3 de Diciembre los jueces dijeron a la señora Bensouda que, a menos que la fiscalía pueda presentar evidencia más sólida en el curso de una semana, deberá retirar los cargos. Su solicitud de un aplazamiento indefinido probablemente no será otorgado. Ni al parecer una declaración definitiva de "no cumplimiento" será expedida contra el gobierno keniano. El caso claramente, ha hecho mella en la credibilidad de la corte.

Sin embargo, Sudáfrica y Nigeria no han renunciado a su respaldo general. Ni lo han hecho los grupos de derechos humanos africanos ni los grupos de abogados. Pero el señor Kenyatta ha despertado la atención de una serie de líderes, quienes sostienen que los gobernantes en ejercicio deberían tener inmunidad. Y se ha referido a la corte como "un juguete de los decadentes poderes imperialistas", señalando burlonamente a la Gran Bretaña, que una vez encarceló a su difunto padre Jomo, presidente fundador de Kenia. El país "debe desencadenarse de un grupo pernicioso que ha secuestrado su mandato operacional" con una agenda que ha sido "vergonzosa, perturbadora e implacable", dijo el hombre de Kenia en la ONU. 

El hecho de que todos los casos siendo juzgados ante la CPI tengan como tema a África, ha obligado a abrir la acusación de parcialidad. "El caso de Kenia lo ha ensombrecido todo", dijo un diplomático nórdico envuelto en la tarea de hacer la corte más creíble y efectiva. "El reto más grande de la Corte es cómo resolver lo de África", dijo Guénaël Mettraux, un abogado de defensa suizo en casos de alto perfil.

Pero no todos los problemas de la corte son africanos. La negativa de muchos países poderosos a vincularse, también afecta su reputación. Aunque Europa y Suramérica se han unido, Estados Unidos, China, India y Rusia no lo han hecho -aunque Barack Obama no es tan hostil como lo fue su predecesor. 

La Sra Bensouda y sus colegas están luchando contra los críticos de la corte. Señalan que, a pesar de que los ocho casos en curso son africanos, cinco fueron iniciados por los propios gobiernos africanos, y dos (Sudán y Libia) fueron remitidos a la Corte por el Consejo de Seguridad de la ONU. Los casos de Kenia fueron aceptados por el gobierno de Kenia de la època, a instancias del ex secretario general la ONU, Kofi Annan, un ghanés, que había mediado un fin al caos postelectoral en Kenia. En cuanto a la acusación de que el tribunal está dirigido por los imperialistas blancos, su presidente es de Corea del Sur. El fiscal jefe es gambiana. El director principal es de Lesotho. Y Sidiki Kaba, que debe ser ratificado como presidente de la asamblea de los países miembros que se reunirán el 8 de diciembre, es ministro de Justicia de Senegal.

Varias investigaciones fuera de África están en curso también. Incluyen los casos de Afganistán, Colombia, Georgia y Honduras, así como Irak, donde se están examinando las acusaciones contra los soldados británicos, con la cooperación del gobierno británico. Parece cada vez más probable que Palestina, gracias a su avance hacia la condición de Estado dentro de la ONU, referirá a la Corte el asunto de los asentamientos de Israel en Cisjordania y las acciones militares en Gaza, lo cual podría significar que Hamas, el movimiento islamista palestino, también es sospechoso de disparar cohetes indiscriminadamente contra civiles israelíes. Y Ucrania, aunque no es un signatario, ha aceptado la jurisdicción del tribunal para investigar los crímenes presuntamente cometidos en su territorio.

La Tortuga vence la liebre

Lo que la Corte más necesita es paciencia y expectativas más realistas. La Sra Bensouda puede proporcionarlas. Mientras que su predecesor, Luis Moreno Ocampo, puso la corte en el mapa pero fue acusado de precipitarse, Bensouda tiende puentes diplomáticos y recoge evidencia antes de emitir órdenes, marcando alrededor de 30 desde el inicio de la corte. "La gente nunca creyó que atrapariamos a [Radovan] Karadzic", dijo un juez del tribunal especial para ex Yugoslavia, que precedió a la CPI (y ha proferido 74 condenas). El serbobosnio fue capturado y llevado a La Haya 13 años después de su acusación; el veredicto en contra de él se espera pronto.

Pero la vieja discusión entre los que piensan que la justicia debería suplantar la paz y los que temen que la insistencia en la justicia puede impedir la paz, no se ha resuelto. El Consejo de Seguridad de la ONU puede pedir a la Corte que detenga el procedimiento durante un año, que puede ampliarse, si considera que unas negociaciones de paz pueden arruinarse si se cita a una de las partes. Las conversaciones entre el gobierno de Colombia y las FARC, un grupo guerrillero, son un ejemplo de ello. Y la Corte Penal Internacional es un tribunal de última recurso. Si un estado signatario, por ejemplo,Gran Bretaña en el caso de Irak, está dispuesto y es capaz de llevar a su propia gente (incluidos los miembros de su gobierno) a juicio, el tribunal se retira después de una investigación preliminar.

La CPI puede haber sido culpable de extralimitación idealista en su primera década. Quizás era ingenuo esperar que Kenyatta cooperara poniendo su cabeza en la picota. Y feas concesiones entre dirigentes ensangrentados pueden considerarse necesarias para poner fin a la contienda. "La justicia no se conduce, se sigue", escribió Jack Snyder, profesor de la Universidad de Columbia que se ha mostrado escéptico sobre la CPI.

No obstante, la idea de que un perpetrador de atrocidades en masa no pueda contar con la impunidad perpetua, sin duda merece una ovación. Los tribunales especiales para la ex Yugoslavia, Ruanda y Sierra Leona allanaron el camino. Como una tarea en curso, la CPI se ha movido entre glaciares, pero en la dirección correcta.

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El original del articulo anterior puede revisarse en el siguiente enlace:



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