Dr Richard Aitken
Traducido por Luis Leaño.
La abrumadora mayoría de los pobres del mundo vive en países que no pertenecen a países clasificados como miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Los países más pobres tienen aproximadamente seis mil millones de miembros de nuestra especie, o más del 80 por ciento de la población del planeta. El sistema económico y político mundial, tal como existe en la actualidad, vigorosamente mantenido por las leyes del sistema mundial y respaldado por la máquinaria militar más poderosa que la humanidad haya conocido, asegura el actual estado de extrema y creciente desigualdad de poder económico y militar entre las naciones.
El mantenimiento de este statu quo está en el interés sólo de los individuos y naciones ricos y poderosos del mundo. Es cuidadosamente guardado y protegido por las fuerzas combinadas de varios sistemas globales de control: el derecho internacional, los organismos internacionales de control económico, los órganos de toma de decisiones y los medios de comunicación mundiales, y las herramientas de propaganda que fabrican el consentimiento entre el público.
Lo que es más importante, es sutilmente mantenido a través del control de las políticas internacionales y nacionales que regulan y determinan el movimiento de personas a través de las fronteras nacionales de los estados hegemónicos ( su política de inmigración ).
Estos sistemas globales han sido desarrollados a lo largo de muchas décadas de manipulación encubierta y abierta, tanto por la persuasión sutil como por la coerción forzada, dando lugar a un sistema global de gobierno que ha sido aceptado por el mundo como correcto y justo. Sin embargo, siempre han habido críticos y, más recientemente, el surgimiento de unos pocos individuos (ridiculizados como teóricos de la conspiración) que ven el sistema como lo que realmente es: uno tortuoso y engañosamente construido para mantener un sutíl pero real control hegemónico por la minoría rica y poderosa sobre la mayoría débil y pobre. En los tiempos del antiguo Imperio Romano, esa desigualdad en el poder y el control entre los hombres era universalmente reconocida y vigorosamente y abiertamente mantenida. En la época actual, sin embargo, es mucho más sutil, pero es tan real como lo fue antiguamente.
En Jamaica, ahora clasificado como un país de ingresos medios, sigue habiendo el consenso en la población general de que el objetivo estándar en la vida es educar a los hijos para obtener el estatus de "tarjeta verde" de ciudadanía estadounidense. Esta es la aspiración (ya sea declarada abiertamente o mantenida en secreto) de casi todos los jamaicanos, independientemente de la clase social. Hay pocos jamaicanos que rechazan una tarjeta verde si se les ofrece una, y más de la mitad de la población buscará y solicitará activamente ese estado sagrado. Los que no aplican no tienen los medios para hacerlo, o bien sienten que está tan lejos de su alcance que ni siquiera puede intentarse.
La historia de la actual hegemonía global de los Estados Unidos sobre el resto del mundo está lejos de ser noble. Después de invadir, saquear y explotar a la población indígena de la tierra que ahora conocemos como los Estados Unidos de América y, en última instancia, cometer genocidio contra un pueblo indígena que en gran parte fue amante de la paz, los usurpadores de esa tierra han establecido una frontera protegida por un poder militar y una política de inmigración criminal. Una política de inmigración que roba selectivamente a los mejores talentos del resto del mundo con el fin de mantener la superioridad y la dominación hegemónica mundial.
Se puede argumentar que los individuos que emigran a los Estados Unidos no son robados por los Estados Unidos, sino que eligen migrar allí por su propia voluntad. Siento disentir. El que decide sobre la concesión de una tarjeta verde no es el solicitante, sino la Embajada / Gobierno de los EE.UU. Es obvio, y no es obvio, que prácticamente todas las personas en un estado pobre y privado elegirían emigrar a los Estados Unidos, pero sólo unos pocos (por lo general la crema de la cosecha) están autorizados por la Embajada de EE.UU. para hacerlo. Por lo menos para hacerlo legalmente.
Así que pregunto de nuevo: ¿Quién decide o elige quién migra? ¿El individuo, o el gobierno de los Estados Unidos? No es la libre elección del individuo. Si lo fuera, entonces toda la población del país emigraría.
Ahora, habiendo tomado este segmento más precioso de la población del país pobre, (su segmento mejor y más brillante y más costoso y valioso, la nata de la cosecha) al otorgarle selectivamente la ciudadanía, ¿cuánto recibe al país donante por el recurso más valioso que ha cosechado? La respuesta es cero. Ahora, cuando uno toma deliberadamente el recurso más valioso de otra persona y no paga nada por ello, el diccionario lo llama "robo".
Habiendo robado la tierra, asesinado a sus habitantes, construido una formidable infraestructura a espaldas de inmigrantes y esclavos, ahora abusa del resto del mundo robando selectivamente la nata del capital humano de prácticamente todas las demás naciones, rechazando o deportando a los que juzga no ser lo suficientemente buenos. Esta superpotencia solitaria también determina las políticas del derecho internacional y la economía internacional, a través de organizaciones títeres que ha creado, como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial,
Después de establecer un campo de juego tan desigual y robar a los mejores jugadores del otro lado para jugar en su equipo, controla a los árbitros y establece las reglas del juego, sesgándolas a su favor. Como cuando controla las políticas de instituciones como la Organización Mundial del Comercio.
Cada vez que un país decide no jugar con estas reglas injustas al darse cuenta de que el juego es manipulado, en un campo desigual, con los dados cargados y los árbitros sesgados, entonces se etiqueta como un "estado pícaro" y las formidables armas controladas por el Consejo de Seguridad de la ONU, se desatan en su contra.
El robo continuo y eficaz de los mejores talentos del mundo, que se ha exacerbado en los últimos tiempos, es el más importante perjuicio continuo a la humanidad en la época actual y es la fuente última de la mayoría de los sufrimientos y luchas en todo el mundo. Desde ISIS, Corea del Norte, Irán, el terrorismo, el narcotráfico y la crisis migratoria en el Mediterráneo, hasta la privación económica, la delincuencia y los estados fallidos, esta política injusta ha llevado a la pobreza a muchas naciones del mundo, afectando en particular a los pobres y los desfavorecidos. Ha agotado muchas partes del mundo de su talento y ha dejado a los débiles y desafortunados que permanecen en esos estados fallidos sufriendo detrás de una frontera que ahora los aprisiona en la miseria.
El monstruo que llamamos Estados Unidos de América, se considera irónicamente excepcional. Por excepcional significa excepcionalmente bendecido, y muchos creen que también significa excepcionalmente bueno, o excepcionalmente mejor que el resto de los habitantes del planeta. El americano actual típico adolece de un orgullo excesivo al considerarse a sí mismo como un miembro más digno, privilegiado, iluminado, o importante de la especie humana. Esto ha llevado a la arrogancia que describe la quintaesencia de la personalidad estadounidense. Esto ha producido una aversión casi universal al "típico personaje americano" en todo el mundo. De hecho, contrariamente a la idea expresada por los padres fundadores de los Estados Unidos en la declaración de independencia de 1776, todos los hombres no son creados iguales. La noble idea que se afirmó tan elocuentemente en ese documento de 1776 de que "todos los hombres son creados iguales" parece haber sobrevivido a su validez -al menos en las mentes de los actuales legisladores y líderes estadounidenses-.
Cuando el poderoso país hegemónico establece un sistema, por diseño o coerción, y una política que produce un orden mundial donde efectivamente roba a los mejores talentos de otras naciones menos ricas con la única consideración de su propio interés o la acumulación de beneficios. Cuando a sí mismo, desdeña cualquier preocupación por aquellos a los que ha despojado de sus recursos.
Cuando esta injusticia se perpetra durante muchas décadas hasta el punto de generar estados fallidos y mucho dolor, sufrimiento y angustia de los más pobres.
Cuando no se está dispuesto a ver que estas consecuencias surgen debido al abuso continuo de los indefensos.
Entonces creo que el silencio frente a este crimen humanitario internacional por parte de aquellos con la claridad mental para ver la gravedad de la naturaleza y la magnitud de esta injusticia, los convierte en culpables, al mismo nivel de los que la perpetran.
Habiéndose así concedido la claridad de mente que ha revelado la verdadera naturaleza de esta injusticia humanitaria de una poderosa minoría de personas contra la mayoría de la gente durante un período sostenido y haber observado la falta de voluntad de los opresores de reconocer su culpabilidad, concluyo que el pecado continuo de este abuso ha cegado al abusador, o bien el abusador ha elegido la prosperidad personal como su meta más alta, con exclusión de cualquier consideración de justicia hacia su prójimo.
Por lo tanto, me he impuesto el deber el hablar en contra de este crimen grave y continuo contra la humanidad. De hecho, si no hablo, dejaré de ser la persona que he llegado a creer que soy. Un amante de la verdad, la acción correcta y la justicia.
Este será el veredicto de cualquier observador racional que examine las pruebas y haga un juicio en el espíritu de «ex aequo et bono» (artículo 38 [2] de la Corte Internacional de Justicia).
El Dr. Richard Aitken es un profesional médico con interés en asuntos mundiales.