"Cualquier recurso a la guerra, a cualquier tipo de guerra, es un recurso a medios que son inherentemente criminales. Guerra, inevitablemente, es un curso de asesinatos, asaltos, privaciones de la libertad, destrucción de la propiedad.

"


Robert Jackson

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viernes, 4 de junio de 2010

El indefinido crimen de agresión: Los Estados Unidos y la Corte Penal Internacional.



Por Jared Huntington

"Es la intención de los Estados Unidos regresar a la relación con la Corte Penal Internacional."  - Stephen Rapp - EE.UU. Embajador en Misión Especial para Asuntos de Crímenes de Guerra

A pesar del precedente de dos administraciones presidenciales anteriores y la voluntad del Congreso, la Administración Obama está haciendo caso omiso a los deseos de los americanos como que su gobierno ha prometido un nivel sin precedentes de cooperación entre los EE.UU. y la Corte Penal Internacional. La Corte Penal Internacional ejerce una jurisdicción supranacional y el punto de vista de la Corte siempre prevalece, incluso sobre la objeción de los Estados Partes. Desde mayo 31 a junio 12 la Asamblea de los Estados Partes se reunirán en Kampala, Uganda, para la primera conferencia de revisión de la Corte. En Kampala los delegados revisarán cuidadosamente los logros de la Corte y considerarán varias reformas al Estatuto de Roma, que estableció la Corte Penal Internacional.

La enmienda más controvertida es la que tiene que ver con el delito de agresión. Debido a la ausencia de controles y equilibrios en el Estatuto de Roma, la Oficina del Fiscal podría lanzar fácilmente una investigación politizada contra los EE.UU. sobre la base de que los EE.UU. han cometido el delito de agresión. Una definición amplia de la agresión, que se está estudiando, junto con la jurisdicción de los tribunales sobre todos los Estados, independientemente de que sean Estados Partes en el Estatuto de Roma, presentaría una grave amenaza para la soberanía estadounidense y la seguridad nacional. La soberanía americana y la excepcionalidad enfrentan la principal amenaza de la CPI, junto con su propuesta del crimen de agresión y con la investigación en curso en los tribunales sobre las acciones de la OTAN en Afganistán.  Los EE.UU. deben continuar con su oposición a esta institución supranacional.

A un lado del debate están los que creen que la Constitución de los Estados Unidos es la ley suprema del país, que el poder judicial de los EE.UU. corresponde a nuestros tribunales y que la autoridad no puede ser despojada. En el otro lado del debate están los transnacionalístas que defienden la creencia de que los EE.UU. deben ceder nuestra soberanía política, económica y militar a una maquinaria internacional inherentemente anti- americana. Estos transnationalistas se adhieren estrictamente a la creencia de que estas instituciones internacionales, como la Corte Penal Internacional, debe prevalecer sobre la soberanía nacional. La administración del presidente Obama, liderada por Harold Koh, Stephen Rapp y Hillary Clinton, ha declarado sus intenciones de llevar a Estados Unidos por el camino del transnacionalismo y abandonar el ideal del excepcionalismo estadounidense.  Esto es evidente a través de sus comentarios recientes y de los esfuerzos para integrar a los EE.UU. a un arreglo amistoso con la CPI.

En marzo de 2010 Stephen Rapp, el embajador general de EE.UU. para Crímenes de Guerra, anunció que "los EE.UU. están dispuestos a escuchar y trabajar con la CPI." Incluso la secretaria de Estado de Estado, Hillary Clinton, llegó a afirman que "es un gran pesar que los EE.UU. no se hayan sumado a la CPI."  A través de estas declaraciones, el pueblo de Estados Unidos puede ver que la Administración Obama está cambiando la política de EE.UU. sobre la justicia global, sentando las bases para una relación de cooperación entre los EE.UU. y la CPI. Este movimiento de la Administración coloca la soberanía en peligro. Al abrir la puerta al transnationalismo de la CPI, el Presidente ha demostrado que no va a defender la soberanía de América y nuestros principios constitucionales basados en el Estado de Derecho. El más grande gesto de las Administraciones a la Corte ha sido su decisión de asistir a la próxima conferencia de revisión en Kampala, Uganda. El objetivo principal en Kampala será retomar lo que los Estados partes dejaron en Roma en 1998, al definir el crimen de agresión.

Cuando la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios para el Establecimiento de una Corte Penal Internacional se reunió en Roma durante el verano de 1998, se concedió a la Corte Penal Internacional la posibilidad de enjuiciar a las personas sobre las que se cree, han cometido crímenes de guerra, genocidio, crímenes de lesa humanidad y agresión. 

Durante la conferencia los delegados no pudieron llegar a un consenso sobre cómo definir el crimen de agresión. En un esfuerzo para no permitir que este aspecto obstaculizara la aprobación del Estatuto de Roma, optaron por aplazar la tarea de definir el crimen de agresión hasta la primera conferencia de revisión de la Corte. Desde que los Estados Unidos iniciaron la Operación Libertad Duradera y la Operación Libertad Iraquí, a los admiradores de las cortes se les ha hecho agua la boca con la oportunidad de definir el crimen de agresión. Los partidarios de las cortes creen que definiendo la agresión se estaría en capacidad de propinar un golpe devastador a la capacidad de EE. UU. de usar la fuerza militar en todo el mundo. Si bien el núcleo duro de la mayoría de los defensores de la Corte cree que es en el mejor interés de la justicia internacional el definir el crimen de agresión y permitir que la Corte pueda empezar a enjuiciar a los perpetradores de este crimen, los EE.UU. y nuestros aliados debemos estar alerta. Porque teniendo la Corte la posibilidad de ejercer su jurisdicción sobre el crimen de agresión, la  política exterior de Estados Unidos estará obligada a someterse a un cambio de imagen radical.

Si la Corte logra la facultad de procesar individuos por el delito de agresión, cualquier decisión de los EE.UU. de utilizar la fuerza, cada muerte civil como resultado de la fuerza empleada por EE.UU. y cualquier presunto maltrato a un detenido podría llevar a una investigación por el fiscal de la CPI contra los nacionales americanos que la Corte considere responsables. Este escenario debería poner los aliados de EE.UU. en estado de alerta, pues Estados Unidos tendrá menos posibilidades de acudir en su ayuda en un momento de necesidad por miedo de que nuestros nacionales encaren procesos cargados políticamente.  Dado que el tribunal no tiene actualmente la capacidad de ejercer jurisdicción sobre el crimen de agresión, los EE.UU. deben preocuparse también de que no haya absolutamente ningún precedente de cómo la Corte procedería con este nuevo poder adquirido. Si el crimen de agresión se define y se incorpora en la lista de crímenes que la CPI puede perseguir, conllevaría una amenaza directa a la habilidad de los EE. UU para defenderse a sí misma y a nuestros aliados.  En Kampala la delegación americana debe instar a los Estados Partes a rechazar la definición propuesta y eliminar el delito de agresión del Estatuto de Roma. Es debido a la profunda preocupación por los procesos politizados que los EE.UU., China, Rusia, India e Israel se han negado a unirse a la CPI.

En caso de que el crimen de agresión se definiera y adoptara en Kampala, sus efectos irían mucho más allá de los actuales 110 miembros de la Corte. Para los EE.UU., como un Estado no miembro del Estatuto de Roma, habría implicaciones en cualquier momento en que usara la fuerza en lo que considerara el territorio de un Estado Parte. Tenga en cuenta que en los últimos dos decenios los EE.UU. han usado la fuerza en el territorio de varios Estados Partes actuales de la CPI como Afganistán, Bosnia y Serbia. Mientras que los EE.UU. tienen la certeza de que no cometió la agresión en el ejercicio de la fuerza en estas naciones, esto no sería suficiente para detener la iniciación de una investigación sobre  las acciones de Estados Unidos en la CPI. El Estatuto de Roma proporcionaría a la Corte el poder de buscar una acción legal contra ciudadanos de los EE.UU., incluido el Presidente, cuando considere que ha cometido o autorizado el uso de la fuerza agresiva en el territorio de un Estado Parte.

En septiembre de 2009 el fiscal de la Corte Penal Internacional anunció que estaba investigando presuntos delitos de guerra y crímenes contra la humanidad, incluida la tortura, "ataques masivos", y daños colaterales por parte de las fuerzas de la OTAN en Afganistán, que pueden resultar en el enjuiciamiento de nacionales Americanos. A pesar de que los EE.UU. no son Parte en el Estatuto de Roma, Afganistán si lo es y su membrecía permite a individuos dentro de Afganistán radicar una denuncia contra la OTAN y las fuerzas americanas que operan en el territorio Afgano. A pesar de que los EE.UU. y Afganistán han llegado a un acuerdo relacionado con el Estatus de las Fuerzas (SOFA), la CPI todavía puede impulsar investigaciones sobre las acciones estadounidenses y de la OTAN. La investigación actual sobre las fuerzas de la OTAN en Afganistán, pone de relieve la amenaza increíble que enfrenta la soberanía estadounidense por parte de la CPI y el por qué definiendo el crimen de agresión no hará sino dificultar la política exterior estadounidense. 

En caso de que una definición del delito de agresión se adoptará en Kampala, los EE.UU. ciertamente enfrentarían una tormenta de denuncias e investigaciones por la CPI, lo cual podría resultar en un intento de enjuiciar a ciudadanos norteamericanos. El Ademdum # 1 muestra la propuesta del crimen de agresión que la Asamblea de los Estados Partes examinará en la conferencia de revisión. La definición propuesta es tan amplia y vaga que si se aprobara obstaculizaría la capacidad de los EE.UU. de protegerse y mantener la paz y la seguridad mundiales. La definición propuesta podría interpretarse al nivel de que la mayoría de las acciones militares de EE.UU. en las últimas dos décadas son un crimen. Esto incluiría la acción militar realizada por el gobierno de Clinton, que incluye el uso de la fuerza en la ex Yugoslavia, Kosovo, Bosnia y Serbia. Además, bajo la definición propuesta, la Operación Libertad Iraquí sería vista sin duda como un crimen de agresión, como que los EE.UU. no recibieron la aprobación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para el uso de la fuerza. El ex Secretario General de las Naciones Unidas Koffi Annan sostuvo que la Operación Libertad para Irak fue "ilegal" porque "no estaba en conformidad con la Carta de las Naciones Unidas."  Incluso el actual Asesor Jurídico del Departamento de Estado, Harold Koh, ha afirmado que, "sin perjuicio de la autorización del Congreso, la guerra de Irak "viola el derecho internacional]" porque Estados Unidos no recibió "explícita autorización de las Naciones Unidas" para la guerra.  Es a través de estos comentarios donde podemos ver las verdaderas intenciones de la agenda transnacionalista.

Una definición del crimen de agresión de manera tan amplia podría poner en peligro la capacidad de EE.UU. de utilizar la fuerza, cuando sea necesario, sobre todo si no somos capaces de recibir la autorización del Consejo de Seguridad. También si la definición propuesta fuera aprobada nuestros aliados serían mucho más aprensivos acerca de unirse a EE.UU. liderando coaliciones militares, por temor a que también pudieran serán procesados por la CPI. En Kampala, la delegación de EE.UU. debe hacer todo lo posible para proteger la soberanía estadounidense, instando a los Estados Partes a rechazar la propuesta del delito de agresión. Los EE.UU. deben recalcar a nuestros aliados que ratificado esta definición nuestra política exterior y el paraguas militar será para siempre impactado.

FamilySecurityMatters.org  editor colaborador Jared Huntington tiene una maestría de la Universidad de Norwich.

Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente la posición del editor del blog. 

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