"Cualquier recurso a la guerra, a cualquier tipo de guerra, es un recurso a medios que son inherentemente criminales. Guerra, inevitablemente, es un curso de asesinatos, asaltos, privaciones de la libertad, destrucción de la propiedad.

"


Robert Jackson

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domingo, 23 de marzo de 2014

Corte Penal Internacional: 12 Años, un billón de dólares, dos condenas.

Por David Davenport

Traducido por Luis J. Leaño

Las noticias han informado recientemente que la Corte Penal Internacional condenó a un señor de la guerra congolés por complicidad en la comisión de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Rara vez se señala que esta es sólo la segunda condena proferida por la Corte -ambas contra señores de la guerra congoleses- después de 12 años de funcionamiento y más de mil millones de dólares en gastos. Más raro aún es la idea de que esta condena, en una votación de 2-1, estuvo demorada y fue decepcionante en el resultado, ya que el criminal fue absuelto de los cargos más graves y condenado debido a una corrección a mitad del curso del proceso, en donde se le acusó de ser simplemente un cómplice de los crímenes.

La pregunta obvia que surge para algunos es si la CPI es simplemente demasiado costosa e ineficiente para justificarse. Originalmente diseñada para asegurar que los crímenes de guerra, genocidio y crímenes contra la humanidad no fueran ignorados, se suponía que la Corte lograría una presencia suficientemente sólida para contribuir "a la prevención de este tipo de delincuencia." Para ello, la Corte cuenta con 34 jueces, más de 700 empleados y un presupuesto anual de 166 millones de dólares. Dicen que no se puede poner precio a la justicia pero $ 500 millones por condena parece muy alto para cualquier estándar. ¿Y qué hacen 34 jueces todo el día? No hay que ser un experto en leyes para entender que el efecto disuasivo que se desprende de la condena a 2 señores de la guerra en 12 años,  no deja exactamente a los criminales de guerra internacionales temblando entre sus botas.

El próximo enjuiciamiento programado será por lo menos a pez más grande, el presidente keniano Uhuru Kenyatta, pero el juicio se pospuso oficialmente el mes pasado después de que varios testigos comenzaron a retirarse. Hay informes de que este enjuiciamiento podría estar al borde del colapso. El Fiscal de la Corte no puede arrestar a su objetivo más visible, el presidente Omar al-Bashir de Sudán, que ha sido acusado pero hace caso omiso a la orden de detención en su contra, al igual que lo hacen otros países de la región. Y hablando de la región de África, todos los casos de la Corte en sus 12 años de historia han surgido de ese continente, lo que ha provocado la preocupación de sus líderes y una decisión de la Unión Africana de no cooperar con la CPI.

Peces pequeños, pocos casos, un menor número de condenas, órdenes de detención ignoradas, todo mientras la Corte quema millones de dólares al año en La Haya. Parece evidente que algo está mal frente a esta imagen, pero ¿qué se podría hacer? Una posibilidad obvia sería la de utilizar el dinero para fortalecer los tribunales nacionales. Bajo la doctrina de la complementariedad, la CPI reconoce que se trata esencialmente de una copia de seguridad de los tribunales nacionales. De hecho, gran parte de la razón de su creación fue un reconocimiento de que una serie de países simplemente no tienen poderes judiciales suficientemente fuertes o independientes, y que sus sistemas judiciales serían fácilmente abrumados por las atrocidades en masa. ¿Y si esos cientos de millones de dólares fueran invertidos directamente en los sistemas judiciales nacionales de estos países, lo que permitiría que los juicios tuvieran lugar cerca de casa, donde los testigos podrían estar más fácilmente disponibles y el sentido de la justicia y del resarcimiento sería más directamente sentido?

Otra alternativa podrían ser tribunales internacionales temporales, como los creados para hacer frente al genocidio masivo en Ruanda, en la antigua Yugoslavia y en otros lugares. Estos tribunales no han sido tampoco baratos, pero al menos han conocido de cientos de casos y han arrojado un gran número de condenas. En comparación, la cantidad de expedientes radicados en La Haya es vergonzosamente pequeña. Dado que todos los casos de la CPI hasta ahora han sido traídos de África, tal vez tendría sentido desarrollar un tribunal regional africano.

Cuando la Corte Penal Internacional estaba siendo constituida, yo estaba entre los que la criticaron como una institución más en el plano internacional que trataría de hacer demasiado, insertándose en asuntos políticos, diplomáticos y militares complejos que no se reduciría a acciones penales. Pensé en un fiscal independiente al estilo estadounidense que viajara por todo el mundo en busca de problemas. Aunque ha habido algo de eso, resulta que a estas alturas el problema más grande es que la Corte está logrando muy poco. La CPI es la herramienta más utópica de la gobernanza global, que ha decepcionado. Su financiación y el personal serían mejor utilizados para fortalecer la justicia penal nacional y regional.

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El original del artículo anterior puede  examinarse en el siguiente enlace:
http://www.forbes.com/sites/daviddavenport/

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