Por Thierry Meyssan
Global Research, Agosto 20, 2011
Cinco meses después de la campaña de bombardeos, ya no es
posible creer en la versión inicial oficial de los hechos y
de las matanzas atribuidas al "régimen de Gaddafi". Además,
ahora es fundamental tener en cuenta réplica legal y
diplomática de Libia cuando pone de relieve los crímenes contra
la paz cometidos por la propaganda televisiva, los crímenes de
guerra cometidos por las fuerzas militares de la OTAN y los
crímenes contra la humanidad patrocinados por los líderes
políticos de la Alianza Atlántica.
Poco menos de la mitad de los europeos siguen apoyando la
guerra contra Libia. Su posición se basa en información
errónea. Ellos todavía creen, de hecho, que en febrero el
"régimen de Gaddafi" aplastó las protestas en Benghazi con
una fuerza brutal y bombardeó barrios civiles en Trípoli,
mientras que el propio coronel se refería a "ríos de
sangre" si sus compatriotas continuaban desafiando su autoridad .
Durante mi investigación de dos meses sobre el terreno, he
podido comprobar que estas acusaciones eran solo
intoxicación de la propaganda, diseñada por los poderes de la
OTAN para crear las condiciones para la guerra, y transmitida
a todo el mundo por sus medios de televisión, en
particular Al-Jazeera , CNN, BBC
y France24.
Sin embargo, el lector que no sabe donde permanecer en relación con este
asunto y quien, -a pesar del lavado de cerebro de Septiembre 11 y de las armas
de destrucción masiva de Saddam Hussein- se niega a aceptar que los
Estados Unidos, Francia, el Reino Unido y Qatar fueron realmente capaces de
fabricar tales mentiras, podrá forjar una opinión a través del tiempo. La OTAN, la más grande coalición militar en la
historia, después de cinco meses de bombardeos no ha podido derrocar a
aquel que se designa como a “un tirano”. Cada viernes, una
gran demostración en apoyo del régimen es organizado en una ciudad diferente y
todos los expertos consideran de manera unánime que el coronel Gaddafi disfruta
de al menos un 90% de apoyo popular en Trípoli y de un 70% a lo largo de todo
el país, incluyendo las áreas “rebeldes”. Son personas que cada día
se oponen al bloqueo, los bombardeos aéreos y la lucha terrestre. Nunca
defenderían con su sangre a alguien que ha cometido contra ellos los
crímenes de los cuales ha sido acusado por la comunidad internacional. La
diferencia entre aquellos en Occidente que creen que Gaddafi es un tirano que
disparó contra su propio pueblo, y aquellos en Libia que creen que es un héroe de
la lucha anti- imperialísta, es que los primeros viven de una ilusión creada
por la propaganda televisiva, mientras que los otros están expuestos a la
concreta realidad en el terreno.
Dicho lo anterior, existe una segunda ilusión en la cual Occidente ha
sucumbido –y en el campo Occidente no solamente incluyo a Israel, a donde
siempre ha reclamado pertenecer, sino también las monarquías del Consejo de
Cooperación del Golfo y Turquía que, a pesar de la cultura oriental, ha optado
por adoptar- la ilusión de pensar que es posible devastar un país y
matar su gente sin consecuencias legales. Es verdad que hasta ahora,
la justicia internacional ha sido la justicia de los victoriosos o los
poderosos. Se podría recordar al oficial nazi que hostigó a los
jueces de Núremberg diciéndoles que si el Reich hubiera ganado la guerra, los
jueces hubieran sido nazis, en tanto que aquellos juzgados como responsables de
crímenes de guerra hubieran sido los aliados.
Más recientemente, vimos como la OTAN usó la Corte Penal Internacional
para la Antigua Yugoslavia para intentar justificar a posteriori que la Guerra
en Kosovo fue “la primera Guerra humanitaria en la historia”, de acuerdo con la
expresión utilizada por Tony Blair. O cuando, el Tribunal especial
para el Líbano fue utilizado en un intento de derrocar el gobierno sirio,
decapitar el Hezbollah zibanés y probablemente acusar la Guardia Revolucionaria
Iraní. Para no mencionar la Corte Penal Internacional, el brazo secular de los
poderes coloniales europeos en África.
Sin embargo, el desarrollo de instrumentos y órganos de justicia
internacional a través del siglo veinte ha establecido gradualmente un orden
internacional que los súper-poderes tendrán que cumplir o que tendrán que
sabotear para escapar de sus responsabilidades. En el caso de Libia, las
violaciones de la ley internacional son incontables. Las
principales, que se mencionan más adelante, fueron mencionadas por el Comité
Técnico Provisional, un órgano libio de coordinación ministerial, y expuestas
en varias conferencias de prensa por el consejero legal para el “Libyan Arab
Jamahiriya”, el abogado francés Marcel Ceccaldi.
Algunos canales de televisión que, bajo el liderazgo de sus respectivos
gobiernos han manufacturado falsas informaciones para conducir a la guerra, son
culpables de “crímenes contra la paz” como se define por las resoluciones
relevantes de la Asamblea General de la ONU en las postrimerías de la Segunda
Guerra Mundial. Los periodistas-propagandistas, deberían ser
considerados inclusive más responsables que los militares
perpetradores de crímenes de Guerra o de crímenes contra la humanidad, en la
medida en que ninguno de esos crímenes podría haber sido posible sin
el que los precedió: los “crímenes contra la paz”.
Los líderes politicos de la Alianza Atlántica, que desviaron el objeto y
propósito de la Resolución 1973 para inmiscuirse en una guerra
de agresión contra un Estado soberano, son personalmente responsables ante la
justicia internacional. Ciertamente, de acuerdo con la jurisprudencia
establecida por el Tribunal de Tokio luego de la Segunda Guerra Mundial, los
delitos no pueden ser atribuidos ni a Estados ni a organizaciones, sino a
individuos. En saqueo de los bienes de un Estado, el establecimiento de un
bloqueo naval y el bombardeo de la infraestructura para causar sufrimiento, el
ataque de un ejército dentro de sus barracas y la orden de asesinar los líderes
enemigos, o en su defecto, la orden de aterrorizarlos con la amenaza de matar a
sus familias, constituye crímenes de guerra. Su comisión
sistemática, como es el caso que nos ocupa, constituye un crimen contra la
humanidad. Este delito es imprescriptible, lo cual quiere decir que Obama,
Sarkozy, Cameron y Al-Thani serán perseguidos por la ley por el resto de sus
vidas.
La OTAN, como una organización, es legalmente responsable por el daño
material y humano de esta Guerra. La ley no deja espacio para la
duda respecto de lo que la Organización debe pagar, inclusive aunque
seguramente tratará de invocar un privilegio de jurisdicción para deshacerse
de sus responsabilidades. Corresponderá a la Alianza decidir cómo se dividirá
entre los Estados miembros el pago de la factura por el conflicto, incluso
aunque algunos de ellos estén en el límite de la bancarrota. A esto seguirán
consecuencias económicas desastrosas para su gente, culpables de haber
respaldado tales crímenes. En una democracia, nadie puede reclamar inocencia
por los crímenes cometidos en su nombre.
La justicia internacional tendrá que referirse más específicamente al
caso de la “administration” Sarkozy. Se usa aquí la expresión en
ingles para resaltar el hecho de que el presidente francés ha conducido la
política de gobierno directamente, sin pasar por su primer ministro.
Ciertamente, Francia ha jugado un papel central en la preparación de esta
Guerra desde Octubre de 2010, organizando un golpe militar fallido y entonces,
a principios de noviembre de 2010, planeando con el Reino Unido el bombardeo de
Libia y el desembarco de tropas en su suelo, lo cual ellos creyeron sería
factible, y finalmente, conspirando activamente en los disturbios letales de
Benghazi que llevaron a la guerra.
Adicionalmente Francia, más que cualquiera otro poder, ha desplegado
fuerzas especiales sobre el terreno –sin uniformes- y violado el embargo de
armas entregándoselas a los insurgentes directamente o a través de
aeronaves Qataríes. Para no mencionar que Francia ha violado el
embargo de activos libios, canalizando parte del efectivo desde el Fondo de
Soberanía Libio a las marionetas del CNT, en detrimento del pueblo libio que
buscaba garantizar el bienestar sus hijos de cara al agotamiento del petróleo.
Los caballeros de la OTAN, esperan escapar de la justicia
internacional devastando su víctima (Libia) en unos cuantos días, de manera que
ella no sobreviva para perseguirlos. Pero Libia está
todavía ahí. Está radicando quejas ante la Corte Penal Internacional, los
tribunales belgas (en cuya jurisdicción cae la OTAN), el Tribunal de Justicia
Europea, y los tribunales nacionales de los Estados agresores. Libia
está adelantando gestiones ante el Consejo de Derechos Humanos de Ginebra, el
Consejo de Seguridad y la Asamblea General de las Naciones Unidas. No
será posible para los grandes poderes extinguir todos los incendios a la
vez. Al contrario, los argumentos que usen para evadirse
en una Corte se volverán contra ellos en otra Corte. En algunas semanas
o meses, si no tienen éxito destruyendo Trípoli, no tendrán otro camino que
evitar las condenas humillantes y negociar entonces el retiro de las demandas a
un alto precio.
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