| Mon Sep. 19, 2011
Suena como un truco publicitario para cargar el Papa por crímenes contra la humanidad. Pero los abogados del Centro de Derechos Constitucionales, que están manejando el caso parecen estarlo tomando en serio: "Los funcionarios del Vaticano acusados en este caso son los responsables de la violación y otros abusos sexuales y de la tortura física y psicológica de las víctimas en todo el mundo, tanto a través de la responsabilidad del mando como por el encubrimiento directo de los crímenes. Ellos deberían ser juzgados como cualquier otro funcionario culpable de crímenes contra la humanidad. "
Me parece justo. Sin embargo, como se explica en este escrito, la CPI es una institución un tanto complicada. No puede ir detrás de quien quiera. La violación generalizada califica totalmente como un crimen contra la humanidad, y ha sido una acusación en varios casos de la CPI. Los problemas reales detrás de la posible participación del tribunal en este caso son competencia y responsabilidad.
En primer lugar, la jurisdicción. El tribunal sólo puede juzgar los abusos que se producen en un país que es signatario de la CPI o los abusos que son cometidos por un nacional de uno de los Estados signatarios. Afganistán, por ejemplo, es signatario de la CPI, los Estados Unidos no lo es. Sin embargo, la CPI tiene jurisdicción sobre un crimen de lesa humanidad cometidos por, digamos, un soldado estadounidense en suelo afgano. Que es precisamente aquello por lo cual los Estados Unidos trataron de bloquear la creación de la CPI. El Vaticano no es un signatario de la CPI, pero en teoría, esto no constituye un impedimento. La República Democrática del Congo es signataria de la CPI, y uno de los casos citados en la denuncia del Vaticano tuvo lugar allí. Otro caso involucra a un sacerdote de Bélgica, país que también es signatario.
Sobre la cuestión de la responsabilidad, no es que los funcionarios del Vaticano o el Papa quisieran que los sacerdotes desataran una ola de abusos sexuales sobre menores de edad inocentes que van a la iglesia. Ciertamente, nadie está alegando que los funcionarios del Vaticano realmente ordenaran a los sacerdotes acometer la violación niños. Miremos las palabras empleadas por el fiscal principal de la CPI, Luis Moreno-Ocampo, para explicar por qué el tribunal acusó a Muammar Gaddafi: "La evidencia muestra que Muammar Gadafi personalmente ordenó ataques contra civiles desarmados libios". (La cursiva es mía.) Hasta el momento, la CPI sólo ha ido trás la gente que hace cosas malas a propósito. No está claro si tiene la capacidad (o interés) para perseguir a aquellos que descuidan o dejan que sucedan cosas malas o tratan de ocultarlas.
Al comentar sobre la denuncia contra el Vaticano, la CPI sólo ha dicho que va a examinar la evidencia y las cuestiones de jurisdicción. Lo cual es el tipo de manifestación oficial vacía que podría decirse acerca de cualquier denuncia. Moreno-Ocampo, a quien he seguido una buena cantidad de tiempo para reportar la historia para nuestro tema actual, cubría sus solicitudes de las órdenes de Libia y no quiso hacer comentarios cuando finalmente lo localicé.
Mi corazonada es que es muy poco probable que esta denuncia prospere, una de las muchas de miles de la CPI ha recibido, y que no va a ninguna parte. Pero es un paso importante para plantear la cuestión de la rendición de cuentas. A pesar de la CPI representa muy escazas posibildades de triunfo para las víctimas de abuso sexual, resulta más probable que la posibilidad de que el Vaticano declare la responsabilidad de las partes involucradas. Incluso los sacerdotes que abusaron de cientos de niños con discapacidad no fueron castigados por la iglesia. Y aunque los titulares han estado gritando sobre el escándalo de violación por parte de sacerdotes desde que yo estaba en la escuela primaria, tomó años a la iglesia para ordenar claramente a sus obispos a dar prioridad a la lucha contra el abuso sexual en sus diócesis. En efecto, finalmente emitió la directiva este mes de mayo.
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