Por Robert Howse y Ruti Teitel
Traducido
del inglés por Carlos Manzano
Publicado
en el periodico El Tiempo.
LONDRES. La reciente sentencia del Tribunal
Internacional sobre la declaración unilateral de independencia de Kosovo se
está interpretando como la concesión de luz verde a los movimientos
secesionistas para que consigan la condición de Estados. Según el presidente de
Kosovo, Fatmir Sejdiu, "la resolución despeja por fin todas las dudas que
podían abrigar los países que siguen sin reconocer a la República de
Kosovo".
Pero esa interpretación es en gran medida
una simple ilusión falsa de quienes apoyan la secesión. El dictamen consultivo
y no vinculante fue la respuesta a una pregunta muy concreta de la Asamblea
General de las Naciones Unidas: la de si es legal declarar la independencia
conforme al derecho internacional. Los jueces sostuvieron con razón que no hay
ninguna norma internacional que impida a un grupo declarar su intención o su
deseo de constituir un Estado, pero nada decía sobre las condiciones aplicables
a la plasmación final de dicha intención: es decir, el acto mismo de secesión.
De hecho, el Tribunal procuró no dejar
duda alguna al respecto: "Se trata de una pregunta muy concreta... No se
pregunta si Kosovo ha alcanzado o no la condición de Estado". Los jueces
compararon su dictamen con el emitido por el Tribunal Supremo del Canadá cuando
se le pidió que resolviera sobre el derecho de Quebec a la sucesión unilateral.
En aquel caso, la pregunta se refería a mucho más que una declaración de
independencia; se preguntó al tribunal si Quebec tenía derecho -y en qué
condiciones- a separarse del Canadá conforme a la Constitución canadiense o al
derecho internacional.
Los jueces canadienses sostuvieron que el
derecho internacional no concedía ese derecho unilateral (como tampoco la
Constitución del país). Como señaló el Tribunal Internacional, su sentencia de
la semana pasada refutaba esa tesis decisiva: "La pregunta que se le ha
formulado no exige al Tribunal que adopte una posición (...) sobre si el
derecho internacional confiere en general a entidades de un Estado el derecho a
separarse de él".
Además, el Tribunal tomó nota de las
opiniones radicalmente diferentes expresadas ante él sobre si la libre
determinación en el derecho internacional entraña un derecho unilateral a la
secesión. Al reconocer la diversidad e intensidad de las discrepancias entre
Estados sobre el derecho a la secesión, el Tribunal parece haber insinuado que
no existe el consentimiento necesario de la comunidad mundial para establecer
firmemente la existencia de semejante derecho.
Antes de concluir que ahora existe una "clara
vía" para la independencia de Kosovo, vale la pena considerar las
importantes preguntas que el Tribunal no contestó (ni le había formulado
la Asamblea General). No se preguntó al Tribunal -y, por tanto, este no
resolvió al respecto- si el derecho internacional exige que el estatuto final
de Kosovo proteja al grupo y los derechos individuales de las minorías, ya se
trate de los serbokosovares o los roma.
Asimismo, no se preguntó al Tribunal -y
este no resolvió al respecto- si está obligada Serbia -o, de hecho, cualquier
otro Estado de la comunidad mundial- a reconocer a Kosovo como Estado
independiente. Tampoco la resolución del Tribunal abordó las fronteras de un
Kosovo independiente ni si -y en qué circunstancias- se podría utilizar la
fuerza legalmente para imponer la independencia u oponerse a ella.
Para que la suerte de Kosovo -y de toda la
región balcánica- se guíe por el imperio del derecho mundial, se deben
responder esas preguntas, en lugar de barrerlas bajo la mesa.
Conforme a los procedimientos vigentes, la
formulación de preguntas al Tribunal Internacional es una prerrogativa
exclusiva de los Estados, ya sea como partes en un debate o, como en el caso
del dictamen sobre Kosovo, por mediación de las Naciones Unidas, pero los
derechos de las personas y de los pueblos, y no solo los intereses de los
Estados, están en juego en controversias como esa. Para impartir justicia
internacional actualmente, necesitamos un nuevo tipo de tribunal mundial, al
que puedan recurrir todas las voces.
* Robert Howse enseña Derecho Internacional en la Universidad de Nueva
York, en la que es director del profesorado del Instituto Internacional de
Derecho y Justicia. Ruti Teitel enseña Derecho Internacional y Comparado en la
Escuela de Derecho de Nueva York y es profesor visitante de gobernación mundial
en la London School of Economics.
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