Ben Knight
Traducido por Luis Leaño.
La convicción de Oskar Groening todavía no se ha confirmado, como que las apelaciones de ambos demandantes y la defensa están pendientes. Los fiscales temen que la decisión quede sin concluirse, disminuyendo su importancia histórica.
El ex oficial de las SS Oskar Groening fue condenado hace una semana, pero el proceso legal tiene un largo camino pendiente. Tanto la defensa como un puñado de co-demandantes han apelado el veredicto de la corte Lüneburg, que condenó al "contador de Auschwitz" a cuatro años de prisión por 300.000 cargos de complicidad de asesinato.
Los co-demandantes, todos ellos basados en los Estados Unidos, creen que la sentencia es demasiado corta, y han dado instrucciones a sus abogado de Berlín, Andreas Schulz, para que apele ante el Tribunal Federal de Justicia de Alemania (BGH) con el objeto de que la convicción de Groening sea cambiada de cómplicidad de asesinato a asesinato. "La consecuencia jurídica de una condena por asesinato sería una sentencia de cadena perpetua", dijo Schulz a la revista de prensa "Der Spiegel" el jueves pasado.
Dicho recurso ha sido ridiculizado por los medios y tachado como "tonterías" por varios comentaristas legales. Groening pasó dos años en Auschwitz contando y clasificando dinero tomado de los Judíos que llegaban al campamento. También montaba guardia en la rampa cuando los recién llegados bajaban de los trenes. Sin prueba de los delitos específicos, los juristas dijeron que no hay manera de que la legislación alemana pueda sostener una condena por asesinato. "Durante el juicio, no escuché una sola pieza de evidencia que podría apoyar una condena por asesinato", dijo el abogado Thomas Walther.
Walther y Cornelius Nestler, los dos abogados que representaban a más de 50 sobrevivientes del Holocausto en el juicio, probablemente estarán particularmente inconformes, ya que, en la medida en que les corresponda, el recurso no sólo es inútil, sino que pone en riesgo el resultado del propio juicio. Por un lado, si Groening, de 94-años de edad, muere antes de que la apelación sea decidida, la condena se desmorona, y en segundo lugar, la apelación abre el riesgo de que el BGH encuentre un tecnicismo que lo lleve a revocar la decisión.
Oportunidad perdida
Ingo Müller, autor del influyente libro de historia legal "Justicia de Hitler", que documenta el fracaso del poder judicial de la posguerra en Alemania para castigar los crímenes nazis, también se indignó por la apelación de los co-demandantes.
"Estaba muy molesto, porque ésta era la oportunidad de producir una convicción jurídicamente vinculante", dijo a DW. "El juez había hecho una declaración clara: Auschwitz fue una máquina de asesinato. Auschwitz fue muerte y por lo tanto, cualquier persona que ayudó en Auschwitz era un elemento accesorio del sistema.".
Una mirada a la historia de la judicatura de la posguerra alemana ilustra lo importante que fue la aprobación de la decisión del juez. En 1969, el BGH confirmó la absolución de Willi Schatz, un miembro de las SS y ex dentista en Auschwitz, y dictaminó que simplemente trabajar en Auschwitz no era un delito grave.
"El veredicto Groening fue la última oportunidad para revertir ese criterio y finalmente obtener un fallo judicial alemán que dijera: Auschwitz fue un crimen", dijo Müller. "El recurso de apelación contra el veredicto está impidiendo que el veredicto sea jurídicamente vinculante. Si no fuera por eso, el poder judicial alemán se hubiera rehabilitado un poco. Todos los efectos positivos de esta condena han desaparecido, presumiblemente porque ni ahora ni nunca se volverá jurídicamente vinculante ".
Pocos días después de la apelación de los demandantes, el abogado de Groening, Hans Holtermann, presentó otra apelación sobre la base de que la cooperación de Groening en las investigaciones de los crímenes nazis debería haberse tenido en cuenta en su sentencia. Holtermann también dijo que cree que la larga demora en el procesamiento de Groening - fue investigado inicialmente por los fiscales estatales a finales de 1970 - debería haber mitigado su castigo.
Más juicios sobre el Holocausto?
Müller es pesimista pero en rigor, todavía hay una posibilidad de más juicios. Alemania tiene una autoridad dedicada - llamada la Oficina Central de las Administración de Justicia del Estado para la Atención de Delitos del Nacionalsocialismo, creado en 1958 en Ludwigsburg - que todavía está investigando con diligencia a posibles perpetradores nazis.
El trabajo de esa oficina recibió un impulso en 2011 con la condena de John Demjanjuk, un ex guardia en el campo de exterminio de Sobibor, en Polonia. A pesar de que la condena de Demjanjuk no es jurídicamente vinculante porque murió antes de ser oída su apelación, la decisión del tribunal establece efectivamente un precedente en el sentido de que cualquier guardia de bajo nivel de un campo de concentración, podría teóricamente enfrentar un juicio, no por la comisión de un delito en particular, sino por haber participado en la maquinaria del Holocausto.
En respuesta, la oficina Ludwigsburg elaboró una lista de 50 personas que habían trabajado en los principales campos de concentración y que estaban aún en condiciones de enfrentar un juicio, uno de los cuales era Groening. Ese número, según el fiscal del Estado y portavoz Thomas Will, se ha reducido a ocho investigaciones abiertas, tres de las cuales han resultado en acusaciones. Estos se encuentran actualmente en manos de los fiscales estatales en Dortmund, Frankfurt y Schwerin y por lo tanto aún podrían ir a juicio.
Los nombres de los sospechosos en estos casos no son públicos, aunque el caso de Frankfurt, es el de un ex guardia de Auschwitz y miembro de las SS que el diario "Bild" mencionó como "Ernst T."Según la declaración del fiscal, el hombre está acusado de participar en el "proceso de organización" de los trenes de transporte a tres campamentos de concentración que contenían un total de 1.870 personas, de las cuales "al menos 1.075 fueron asesinadas ... inmediatamente después de su llegada, en las cámaras de gas de Auschwitz ".
Un detalle absurdo sobre el caso de Ernst T. es la lentitud con la que el poder judicial alemán ha tratado con el pasado nazi del país: como tenía 19 años cuando se presentó como voluntario para las SS, a los 92-años de edad Ernst T. ha de ser juzgado en un tribunal de menores infractores.
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El original del artículo anterior puede revisarse en el siguiente enlace :
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