14 de agosto 2015
Por Russell Blackford
Conjoint Lecturer in Philosophy at University of Newcastle
Traducido por Luis Leaño.
Durante el mes pasado, ha habido mucho debate acerca de un proceso en curso dentro de Amnistía Internacional, para establecer una nueva política sobre la prostitución.
Procesos de Amnistía Internacional
El 11 de agosto de 2015, la Reunión del Consejo Internacional de la organización aprobó una resolución solicitando que la Junta Internacional desarrollara "una política que busca el logro de la mayor protección posible de los derechos humanos de las trabajadoras sexuales, a través de medidas que incluyen la despenalización del trabajo sexual".
La Junta Internacional de Amnistía, a su vez, discutirá la presente resolución en su próxima reunión en octubre de 2015.
Amnistía Internacional tiene una estructura organizativa compleja. Sin embargo, el Consejo es responsable ante el Consejo Internacional, y seguramente va a responder positivamente a la solicitud. Al hacerlo, se tendrá que consultar ampliamente antes de adoptar una política final. Debemos esperar un continuo escrutinio público de las deliberaciones de Amnistía, con mucho debate interno y externo a medida que se avance sobre el tema.
Despenalización completa?
No obstante, la resolución del Consejo Internacional pide que las medidas políticas "incluyan la despenalización del trabajo sexual". Por otra parte, parece claro que este texto pretende que se aplique la llamada "despenalización total". Contrasta con el "modelo nórdico", en virtud del cual es ilegal comprar, pero no vender sexo.
En un documento de preguntas frecuentes, Amnistía rechaza decididamente la opción del modelo nórdico: "A pesar de que los trabajadores del sexo no están directamente criminalizados bajo el modelo nórdico, aspectos operativos están siendo criminalizados - como la compra de sexo y el alquiler de locales para vender sexo -. Esto compromete la seguridad de los trabajadores del sexo y los deja vulnerables a los abusos; todavía pueden ser perseguidos por la policía, cuyo objetivo es a menudo erradicar el trabajo sexual a través de la aplicación de la ley penal ".
Parece entonces que la política oficial de la Junta invocará la despenalización de la venta y compra de sexo, y del alquiler de locales para ese propósito. No necesariamente se oponen a toda regulación; sin embargo, incluso aboga por ofensas dirigidas a disuadir proxenetas, como el delito de vivir de las ganancias de la prostitución. Teniendo en cuenta las consideraciones detalladas que figuran en la resolución del Consejo Internacional, la política final también incluirá propuestas para hacer frente a exigencias (en particular la pobreza) que presionan las mujeres hacia la prostitución.
Muchos problemas surgen de todo esto; por ejemplo, si Amnistía Internacional es aún un órgano apropiado para hacer frente al tema, y qué autoridad moral o técnica tiene cuando lo hace. Como seguidor, una vez pertenecí a Amnistía Internacional, pero me fui hace muchos años cuando el organismo se alejó de su enfoque en materia de presos de conciencia, negándose a tomar un papel mucho más amplio en defensa de los derechos humanos. Si bien no es claramente un lugar para organizaciones con ese papel tan amplio, también hubo, en mi opinión, un lugar para una organización con un enfoque estricto sobre los presos de conciencia, un problema en el que estaba totalmente de acuerdo.
No estoy necesariamente de acuerdo con cualquier política particular que Amnistía Internacional desarrolle estos días: miro a las acciones y políticas de Amnistía por sus méritos. No creo que la organización sea más autoritaria que muchas otras cuando da pasos fuera de su propósito original y especializado.
¿Cómo debemos regular el trabajo sexual?
Sin embargo, mi interés para los propósitos actuales no es tanto en lo que Amnistía debe o no debe hacer, o en qué políticas se deben adoptar. La participación de Amnistía ha desatado una cuestión más amplia de cómo, en todo caso, la prostitución y otras formas de trabajo sexual deben ser regulados por el Estado.
En un extremo del espectro habría una política de esfuerzo incesante para eliminar la prostitución (y tal vez otras prácticas, como los clubes de striptease y la pornografía), incluyendo el uso integral del derecho penal para castigar tanto la compra como la venta de sexo. En el otro extremo del espectro, estaría una especie de enfoque altamente libertario. El estado podría hacerse el de la vista gorda frente al trabajo sexual, incluida la prostitución, a menos que existieran actividades asociadas que sean constitutivos de delito independiente (como el secuestro, delitos de drogas y actos de violencia, como la violación, el asesinato y las lesiones).
En el medio está el modelo nórdico, con su propia razón de ser, y varios otros enfoques que envuelven la regulación sin acabar las prohibiciones penales. Estos enfoques incluyen, por ejemplo, diversos tipos de zonificación y licencias.
Esto plantea preguntas sobre el papel de la ley: por ejemplo, si debe hacer cumplir la moralidad popular, si debe usarse para expresar posiciones morales, si se debe hacer hincapié en la reducción de daños, y si permitir legalmente la actividad es, en sí mismo, una especie de respaldo social o político de la actividad.
Los filósofos tienen interés en aclarar y provocar estas preguntas, con independencia de la aproximación política que terminan apoyando. De hecho, el análisis filosófico a veces lleva a la conclusión deprimente de que se necesita más información para apoyar una u otra posición política. Por ejemplo, si creemos que la ley debe hacer hincapié en la reducción de daños, necesitamos obtener algún tipo de respuesta a la pregunta de qué política sería (probablemente) más eficaz en la reducción de daños. (Si alternativamente, queremos seriamente hacer cumplir la moralidad popular, tenemos que saber lo que realmente es en un caso particular.)
Los filósofos en el debate de la prostitución
El blog de filosofía Daily Nous ha publicado un mensaje en el que varios filósofos prominentes comentan sobre las políticas públicas en relación con la prostitución - respondiendo por supuesto, a las deliberaciones de Amnistía -. No en vano, para cualquiera que esté familiarizado con la filosofía y los filósofos, las respuestas son reflexivas e interesantes. También era de esperar, no hay nada como un consenso. Las respuestas cobijan toda la gama, desde la hostilidad feroz hacia la prostitución (y hacia cualquier política de plena despenalización) hasta una afirmación casi rapsódica de los beneficios de la prostitución.
Esto ilustra la fuerza y las limitaciones de la filosofía como una disciplina académica. Los diversos filósofos que respondieron a una petición del Daily Nous, son claramente gente inteligente. Todos ellos hacen observaciones útiles con el fin de aclarar lo que está en juego. Sin embargo, llegan a una amplia gama de conclusiones, sin ninguna perspectiva realista de que alguna vez podrían converger en un acuerdo.
Como sucede a menudo con el debate filosófico, podemos ver que los participantes operan con prejuicios profundos sobre los valores, prioridades, moral, y el papel de la ley. En términos generales, sus respuestas son bastante lógicas si se aceptan sus ideas preconcebidas, pero ¿cómo podemos establecer cuáles de ellas son las más adecuadas?
Gran parte del trabajo en la filosofía académica implica un esfuerzo intelectual riguroso para resolver exactamente ese problema. Desde luego, no sugiero que es imposible, y realmente hacemos un progreso lento. En la práctica, sin embargo, es extraordinariamente difícil. Si los filósofos - u otras personas - llegan a un acuerdo, tarde o temprano tienen que identificar algunas premisas compartidas desde la que puedan razonar y argumentar. Pero incluso los filósofos profesionales encuentran difícil participar en controversias morales, políticas y sociales o culturales, como en lo que debemos hacer sobre la prostitución.
Conclusión
En cuanto a lo que pienso sobre la prostitución ... Creo que es un tema difícil, que cambio de opinión con frecuencia (al menos sobre los detalles de un enfoque político sabio), y creo que hay consideraciones que pueden halar en diferentes direcciones. He tendido en el pasado a apoyar la despenalización completa, en el sentido expuesto anteriormente, pero dudo que pueda ser toda la historia o que la prostitución se merezca nuestro entusiasmo. Es posible también, que necesitemos más datos empíricos, y que lo que podría funcionar en una sociedad (si estamos buscando principalmente la reducción de daños) podría fallar en otra.
Volveré a esto - lo prometo. Mientras tanto, Amnistía ha traído un tema importante a la atención del público, y si estamos de acuerdo con su posición o no, al menos nos ha dado mucho que pensar.
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El original del artículo anterior puede ser revisado en el siguiente enlace:
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